APUNTES SOBRE LA DESCENTRALIZACIÓN EN EL NEOLIBERALISMO


Edmundo Panay Lazo







Apuntes sobre la descentralización en el neoliberalismo


2015







































Una auténtica  descentralización se identifica  por la existencia de  autonomía económica, política y financiera,   por la atención plena  de los derechos fundamentales –alimentación, salud, educación, vivienda y trabajo-  y por la presencia del pueblo en la toma de decisiones.  


































CONTENIDO

1.     Introducción
Pág. 7
2.     El fujimorismo y el fin de los gobiernos regionales.
Pág. 8

3.     La descentralización en el neoliberalismo
Pág. 10

-         Alejandro Toledo: La afirmación neoliberal de la descentralización.
-         La descentralización en el segundo aprismo
-         El neoliberalismo de Ollanta Humala
-          
4.     Aspectos críticos del proceso de descentralización
Pág. 16

-         Aplicación de la política neoliberal en el proceso de descentralización.
-         Persistencia de la pobreza y la carencia de inclusión social.
-         Ausencia de participación ciudadana.
-         Regionalización sin regiones.
-         Modelo presidencialista.
-         Intereses centralistas de los partidos políticos y del poder legislativo.
-         Rescentralización económica.
-         Distribución inequitativa del canon.
-         Carencia de autonomías para los gobiernos regionales.
-         Corrupción y falta de transparencia en la gestión por parte de los gobiernos regionales y locales.
-          
5.     Situación de los gobiernos regionales.
Pág. 25

-         Entre la consolidación o la rescentralización.
-         Asamblea nacional de gobiernos regionales.
-         Integración regional de los departamentos –región y las mancomunidades regionales.
-         La lucha continúa





















1.      Introducción
La instalación de  los gobiernos regionales en  1989 constituyó un acontecimiento de relieve  histórico en la vida de los pueblos del Perú, sin embargo se vulneró la voluntad ciudadana y .fueron abolidos. 
Cuando se restituyeron  hubo un natural interés  en los pueblos del interior del país, al igual que en procesos anteriores se les miraba como la panacea, como la solución de   todos los problemas existentes, tendiendo los puentes para el desarrollo, aun cuando esta vez surgían bajo el signo del neoliberalismo.
Por eso consideramos que existe la necesidad de tener una visión clara del proceso de descentralización dentro del marco de este modelo, pues las expectativas ciudadanas no han sido satisfechas pese a la pregonada bonanza económica del país.
A pesar de ser un asunto significativo,  parece que no se le diera la importancia que realmente tiene o  que estuviera relegado a un plano subsidiario dentro de las políticas de Estado y también en las prioridades informativas de los medios de comunicación nacional.
Por esta razón y por la importancia que tiene para los pueblos del Perú,  estimamos la necesidad de tocar lo referente al proceso de descentralización que se viene llevando a cabo dentro el modelo neoliberal, formulando una serie de juicios críticos vinculados al mismo.
Hemos rescatado de la realidad del proceso estos aspectos de indispensable análisis,  con la finalidad de esclarecer conceptos y brindar aportes que nos lleven al camino de una verdadera descentralización.  





2. El fujimorismo y el fin de los gobiernos regionales
|El Presidente electo Alberto Fujimori Fujimori asumió el cargo el 28 de Julio de 1990, en su mensaje a la nación ignoró de manera absoluta a los gobiernos regionales.
A esta actitud le seguiría su negativa a transferir las partidas presupuestales correspondientes a las regiones, retornándolas al presupuesto del gobierno central.
Como era  de suponer tampoco fueron cumplidas las leyes de creación de regiones, en las que se conferían recursos y transferencias. 
Con el autogolpe de Alberto Fujimori Fujimori del 5 de abril de 1992, se disolvió el Congreso y asumió funciones  como dictador, los gobiernos regionales constituidos legal y legítimamente fueron   reemplazados por los Gobiernos Regionales Transitorios, dependientes directamente del Ministerio de la Presidencia.
Luego convocó a elecciones para  la composición del denominado Congreso Constituyente Democrático,  las mismas que se realizaron el 22 de noviembre de 1992,  siendo encargado de elaborar una nueva Constitución del Estado que fue aprobada en un referendo cuestionado, de fecha 31 de octubre de 1993,  promulgada el 29 de diciembre de 1993.
Mediante este nuevo instrumento se montaba la superestructura del neoliberalismo, esta nueva Constitución reemplazaba  a la Constitución de 1979, que era respetuosa  de la independencia de poderes, de los derechos humanos y de los derechos sociales.
Luego aprobó la Ley N° 26922 –Ley Marco de Descentralización- el 2 de febrero  de 1993. Mediante  esta disposición  fueron creados los Consejos Transitorios de Administración Regional (CTAR), y de Coordinación Multisectorial, sobre los ámbitos departamentales, dependientes  del Ministerio de la Presidencia.
De esta manera quedaron legalmente abolidos los gobiernos regionales, porque en la práctica éstos ya habían sido liquidados.
Con la desaparición de los gobiernos regionales  deviene  un proceso  opuesto al anterior, que  debe  identificarse  como el  período de la regresión centralista neoliberal o de la recentralización neoliberal, porque ese fue  el modelo y la dirección  que  siguió,  recentralizando   todo lo que se había descentralizado,   en lo económico, político y social, con un marcado manejo autoritario  del gobierno.               
Esta disposición fue considerada, por el oficialismo de entonces, como básica para el proceso de reforma de la estructura del Estado.
Con esta norma se implementa la aplicación de la política neoliberal, que había empezado por la no transferencia de partidas presupuestales a las regiones, quedándose  todas  ellas en el  gobierno central;  deja sin efecto los procesos de elección de autoridades regionales para  ser nombradas por el Poder Ejecutivo, el estado reduce su tamaño y funciones  a favor del sector privado, quien asume la tarea de redistribución de recursos y oportunidades.
Y  continuó con una serie de medidas cada vez más centralistas e instrumentando un proceso de dependencia y control a los Concejos Municipales, brindando ayuda material a los que le eran obsecuentes.
En lo referente a la concepción de regionalización, ésta  estuvo  limitada al  nivel administrativo, burocrático y de control,  con preeminencia de esta última función, dependiente del gobierno central.
De esta manera encontramos a las regiones convertidas en un espacio de instrumentalización, como diría Nicole Bernex: “Una creación artificial que debe cumplir determinada función”, dentro de un modelo de desarrollo, que en el presente caso es el neoliberal.
En esta etapa queda  establecido  el manejo  del proceso de descentralización desde el centro del poder, pues el gobierno central participa en la evaluación y desarrollo del proceso de descentralización.
Fujimori durante sus diez años de gobierno, cumplió con su objetivo de liquidar el proceso de descentralización democrática,  y consecuentemente,  a los gobiernos regionales y sus procesos electivos;  más  en los pueblos del interior quedaba latente la esperanza de una nueva oportunidad.
Los gobiernos regionales no tuvieron tiempo para vivir su primera experiencia de gobierno, ni para desenvolverse con normalidad el poco tiempo que tuvieron de vida.

















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3. La descentralización en el neoliberalismo
La interrupción del proceso de descentralización vigente en 1992 marcó  el final de una etapa, correspondiente  a la  de desarrollo descentralista del país, aun con sus limitaciones.
Se produjo  el retroceso de las luchas descentralistas, afectadas por la represión de que eran víctimas los sectores populares, acusados generalmente de estar vinculados al terrorismo. 
En este nuevo escenario cobró  hegemonía el  neoliberalismo, con la aplicación del modelo  de  economía social de mercado, principio que fue instaurado en la Constitución que  aprobó la dictadura para legalizar su permanencia, a la vez que constituía un gobierno acorde con el proyecto neoliberal.
 Durante el período dictatorial hubo un proceso de regresión de la descentralización, los avances fueron dejados de lado, las transferencias de facultades y competencias sin efecto, registrándose una etapa de hiperpresidencialismo.
Esto tuvo vigencia hasta la caída del dictador el año 2000, luego sobrevendría el gobierno de transición de Valentín Paniagua Corazao, encargado de dirigir el proceso de transferencia.  En tanto la ciudadanía dejaba escuchar sus voces, si bien es cierto no se logró  cambiar la Constitución  neoliberal,  pero si quedaron muy claras las demandas de reposición de los gobiernos regionales mediante elección popular.
Con el gobierno de Alejandro Toledo se da inicio a un nuevo proceso de descentralización, pero esta vez destinado a consolidar el neoliberalismo; el mismo que fue continuado   por el  gobierno aprista de Alan García Pérez. Luego asumiría Ollanta Huamala  Tasso, siguiendo el  mismo camino.
Cada uno de ellos con su propio estilo,   pero al final  caudillos, dueños y señores de los partidos en cuyo nombre llegaron al gobierno, presidencialistas y protagónicos, como tal centralistas.

Alejandro Toledo: La afirmación neoliberal de la descentralización
Alejandro Toledo Manrique,  identificado con el modelo neoliberal, gobernó del 2001 al 2006, tras ganar en segunda vuelta al candidato del Partido Aprista Peruano Alan García Pérez, fortaleciendo  su posición en el gobierno.
La ciudadanía exigía la reiniciación del proceso de descentralización, entonces el gobierno se vio precisado a atender este requerimiento ciudadano. De esta manera el gobierno  desarrolló  acciones destinadas a reiniciar el proceso, naturalmente dentro del marco del modelo neoliberal, la primera de ellas fue la aprobación de la Ley N° 27783 –La Ley de Bases de la Descentralización- que entró en vigencia el  30 de julio de 2002.  Esta Ley demandaba la dación de una Ley de Reforma del Estado, para redistribuir competencias y recursos, la misma que no se dio.
Con la Ley de Bases  el gobierno estaba dotándose del soporte legal para llevar adelante el proceso de descentralización de acuerdo a su concepción.
Esta ley desarrolla el capítulo de la Constitución Política correspondiente a la descentralización, que regula la organización del estado en los niveles de gobierno nacional, gobiernos regionales y gobiernos locales.
Define las  regiones  como “unidades territoriales  geoeconómicas con diversidad de recursos naturales, sociales e institucionales, integradas histórica, económica, administrativa,  ambiental y culturalmente…”.
Determina, asimismo, que para la conformación de una región deben integrarse “dos o más circunscripciones departamentales colindantes” y que la propuesta sea aprobada mediante referéndum.
Establece como  ámbito territorial de las regiones el correspondiente a los departamentos, produciéndose una regionalización departamental con departamentos regionalizados. 
Derogó la Ley N° 26922 – Ley Marco de la Descentralización-  de 20 de Julio de 2002 del período fujimorista
Pero sobre estas normas y estos conceptos, había algo que le interesaba mucho más al gobierno, era la dirección del proceso, este estaría a cargo del Consejo Nacional de Descentralización (CND),  cuyo Presidente era nombrado por el Presidente de la República,  asegurándose el Poder Ejecutivo la mayoría.
De esta manera el gobierno tomaba el control  del proceso de descentralización,  consistente  en  la transferencia de facultades y recursos  del Poder Ejecutivo a los gobiernos regionales,  entre ellas las  de carácter político y de dotación de recursos económicos,  los representantes del Poder Ejecutivo  estaban para controlar estas transferencias.
Había asumido la descentralización como una relación de mercado, de oferta y demanda,   las transferencias eran administradas por el Poder Ejecutivo centralista, el CND  estaba para legalizar la política  neoliberal del gobierno frente a las aspiraciones populares, por eso hasta ahora los gobiernos regionales  y locales siguen esperando transferencias de facultades y competencias o recursos  aún pendientes.
Con la finalidad de legitimar la aplicación del modelo neoliberal el gobierno convocó a elecciones para la elección de los gobiernos regionales. El proceso  sí revestía significación por su retorno. .
De esta manera el 17 de  noviembre del 2002 se llevaron a efecto las elecciones de los gobiernos regionales, asumiendo funciones el 1 de enero de 2003. Por Huánuco fue electa la empresaria Luzmila Templo Condezo.  Cabe anotar que para una gran mayoría de gobiernos regionales, como este,  fueron elegidos representantes de frentes regionales, que fueron disueltos una vez realizada la elección.  La  mayoría de ellos carecían de planes de gobierno.
El 11 de noviembre del año 2002 Alejandro Toledo promulgó la Ley 27867 -Ley Orgánica de Gobiernos Regionales- . Expresa que la legitimidad y naturaleza jurídica de los gobiernos regionales emanan de la voluntad popular. Define asimismo su condición de persona jurídica con autonomía política, económica y administrativa.
El año 2004 fueron constituidas las Juntas de Coordinación Interregional, correspondiéndole a Huánuco pertenecer a la Junta de  la Región Centro Sur conformada por los departamentos-región de Huánuco, Pasco, Junín, Lima Provincias, Huancavelica, Ayacucho, Apurímac e Ica. Su función era la de coordinar proyectos, planes y acciones conjuntas, para ejecutarlos mediante convenios de cooperación.

El resultado negativo del referendo para la macroregionalización
Seguidamente para el año 2005 Alejandro Toledo convocó a un referendo con la finalidad de aprobar un proyecto de macroregionalización del país, dieciséis departamentos estaban comprendidos en seis macrorregiones, las que deberían ser aprobadas por las correspondientes poblaciones.
La macrorregión Nor Centro estaba conformada por los departamentos-región de Ancash, Huánuco, Pasco, Junín y Lima Provincias.
El resultado fue una negativa rotunda de la población  en cinco regiones,  donde el 87% se pronunciaron  en contra,  fracasando el intento de creación de las macroregiones.  Solamente logró resultado positivo en  Arequipa con el 69%.
Esta fue una respuesta popular a la improvisación y falta de información, pues el proceso de elaboración del proyecto de macro regionalización había sido hecho sin tener en cuenta a la ciudadanía, al margen de la realidad regional, sumando a esto el silencio que se  guardó sobre el tema.  El gobierno había ofrecido incentivos tributarios derivados de la aplicación de la descentralización fiscal,  a las regiones que se conformaran como resultado del referendo, no llegó a constituir  macrorregión alguna.

La descentralización en el segundo aprismo
El año 2006 asumió al gobierno el Partido Aprista Peruano con su líder Alan García Pérez, quien ofreció hacer un gobierno diferente al de su primer ejercicio.  Desde la conformación de su primer Gabinete dio muestras de su identificación con el modelo neoliberal, anunciándose como una continuidad de los anteriores ejercicios.
Crea  la Secretaría de Descentralización como órgano de línea de la Secretaría de la Presidencia del Consejo de Ministros, en vez del Consejo Nacional de Descentralización. De esta manera recentraliza el manejo del proceso de descentralización, haciéndolo dependiente del Poder Ejecutivo.
A poco de iniciadas sus funciones,  con fecha 18 de octubre dio a conocer el  Decreto Supremo Nº 068-2006-PCM, disponiendo  el denominado Shock Descentralizador por 3,500 millones de nuevos soles en beneficio de los gobiernos regionales y locales, en el marco de la Política de Descentralización emprendida por el ejecutivo.
Asimismo daba a conocer que al 31 de diciembre del 2007 se concluiría con la transferencia de  las 185 funciones sectoriales a los gobiernos regionales establecidas por la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales.
Anunció el diseño de un nuevo Plan Nacional de Regionalización y la puesta en marcha de una Región Piloto.
La Reforma Fiscal fue otro anuncio importante que efectuó el Presidente Alan García Pérez.
En noviembre del 2006 se llevaron a efecto las segundas elecciones de los gobiernos regionales, siendo elegido por la Región Huánuco Jorge Espinoza Egoávil, reconocido militante de izquierda que esta vez lideró un frente regional. Nuevamente los frentes regionales fueron vencedores, esta vez con el 70%.              
En el mes de noviembre del 2010 se efectuaron las terceras elecciones de gobiernos regionales, siendo elegido por el Gobierno Regional de Huánuco Luis Picón Quedo, que participó en el proceso como candidato de Somos Perú, en el período anterior había desempeñado el cargo de Vicepresidente.
Al término del gobierno aprista  pudo comprobarse que fueron escasos  los avances que se habían registrado, el shock decentralista quedó en el anuncio,  siendo evidente  el proceso de recentralización que había seguido el Estado.         
Muy poco en el campo de la descentralización fiscal, no definió la Región Piloto y no hubo  nada del nuevo Plan Nacional de Regionalización.
 No se establecieron  indicadores ni criterios claros para la asignación de recursos, lo cual es fundamental para que los gobiernos regionales y locales puedan hacer una proyección de sus ingresos, y sobre esa base realizar una planificación  adecuada de la inversión,

El neoliberalismo con Ollanta Humala
Ollanta Humala se había presentado como un candidato progresista, si se quiere de centro izquierda, así se podía deducir de su Programa de la Gran Transformación de la primera vuelta, pero en la segunda  decidió dar un golpe de timón y delineó la llamada Hoja de Ruta para captar los votos de los sectores alineados con el poder económico. Esta táctica le dio resultado.
Desde su primer Gabinete  apreciamos la presencia de  Luis Castilla en el Despacho  de Economía y Finanzas, él con el Presidente de la Superintendencia de Banca y Seguros estaban para garantizar el cumplimiento del programa neoliberal.
 Con fechas 5 y 6 de diciembre del 2011 se da el Seminario Internacional Descentralización y Territorio – desafíos para la ciudadanía.
En este evento, organizado por la Presidencia del Consejo de Ministros a cargo de Salomón Lerner Gitts, cuyo Secretario de Descentralización era Manuel Dammert Ego Aguirre, se estableció claramente que  la ruta de una verdadera descentralización debería estar seriamente marcada por la inclusión social y una equitativa distribución de la riqueza, debiendo participar el pueblo como actor de la misma.
De esta manera en el mes de Diciembre del 2011 fue presentada la Propuesta del Plan Nacional de Descentralización y Regionalización (2012-2016), declarada conforme por la Secretaría de Descentralización,   para el proceso de consulta nacional por un período de seis meses, hasta  julio de 2012.
Así se trató con mucho énfasis el tema del desarrollo económico con una economía impulsada desde cada ámbito territorial.
Mas en forma casi inmediata fue cambiado el Primer Ministro Salomón Lerner Gits, siendo reemplazado por Oscar Valdez Dancuart,  como era de suponer  también fue cambiado el Secretario de Descentralización, ahora asumía estas funciones Alberto Muñoz Nájar.
El premier Valdez se pronunció a favor de revisar el proceso de descentralización,  con la finalidad de replantear el rol de los presidentes regionales y alcaldes y –según él- darle un mayor impulso.
Luego, antes de fiestas patrias de 2012, se produjo un nuevo cambio en la Presidencia del Consejo de Ministros, asumiendo Juan Jiménez Mayor, produciéndose también un nuevo relevo  en la Secretaría de Descentralización, asumiendo Rosa Florián Cedrón.
En Noviembre del 2012 fue presentado por el Presidente Constitucional de la República el Plan Nacional de Descentralización 2012-2016. 
Luego sobrevino un nuevo cambio de Presidente del Consejo de Ministros  asumiendo César Villanueva Arévalo, Presidente del Gobierno Regional de San Martín, pero con muestras presupuestales inequívocamente centralistas.
Muy poco duró en el cargo el Presidente sanmartinense, asumiendo en su lugar la congresista Ana Jara Velásquez que también puso un relevo en la Secretaría de Descentralización.
Es evidente que  los cambios de gabinete han sido para conferir un mayor espacio dentro del gobierno a la derecha, como tal una mayor adecuación al modelo neoliberal. 
No cabe duda que el gobierno de Ollanta Humala Tasso está siguiendo los mismos pasos de sus predecesores, existen algunas muestras claras como el asunto de las minas Conga y Yanacocha, donde indiscutiblemente está en debate un problema de descentralización, y el respeto  a la  autonomía del gobierno regional.
Además puede apreciarse un manifiesto proceso de recentralización como mostramos con estos ejemplos: Radio y Televisión Peruana ya no depende del Ministerio de Cultura y ha pasado a la Presidencia del Consejo de Ministros, las Direcciones Regionales de Cultura son órganos desconcentrados y  no pasan a los gobiernos regionales.
No ha  sido puesto aun en funcionamiento el Consejo de Coordinación Intergubernamental, establecido por la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, que está constituido entre otros por los presidentes de los gobiernos regionales y representantes de los gobiernos locales.
 En materia de descentralización ha hecho un llamado al Congreso de la República para que abra debate sobre el tema, cuando sabemos de la conducta centralista de este poder del Estado.
 Asimismo, ha considerado a las sesiones de Consejo de Ministros,  que se han realizado en el interior del país, como actos de descentralización, hecho que revela una clara actitud demagógica.













4. Aspectos críticos del proceso de descentralización
Aplicación de la política neoliberal en el proceso de descentralización
Desde su reinicio en el gobierno de Perú Posible y pasando por todos los gobiernos siguientes,  el proceso de descentralización  ha sido dirigido desde el centro  a través del Poder Ejecutivo.
 Este centralismo tiene como propósito fundamental el control político del proceso por el Estado, llevándolo a efecto dentro de los cauces del modelo neoliberal, teniendo al Ministro de Economía en función fiscalizadora, hecho consagrado  por la Ley de Bases.  
 Por esta razón el Estado se limita a ser garante de la participación privada, restringiendo la inversión pública en las acciones de desarrollo.  
En consecuencia,  es un estado subsidiarizado el que asume el manejo político de la descentralización, sometido a las leyes del mercado y la libre competencia, que en el proceso se traslada a las administraciones regionales.
De esta manera podemos colegir  que el Poder Ejecutivo ofrece resistencia a efectuar las transferencias que debiera realizar o las hace con restricciones,  en otras circunstancias  se da la norma sin llegar al debido   cumplimiento.
El acrecentamiento de las diferencias sociales y económicas van en contra de todo proyecto de desarrollo, que por su naturaleza debería combatir  el  crecimiento desigual.
De esta manera,  la Constitución neoliberal de 1993, ha reducido el espacio político del Estado,  convertido en un proveedor de recursos y simple promotor del crecimiento desigual, en tanto el sector privado colma sus arcas en nombre del libre mercado.
No siendo  la justicia social  un objetivo del modelo, en este enfoque, tratamos de poner en evidencia las expresiones negativas, que lo hacen justamente contrario a los objetivos que persigue una auténtica descentralización.
De ahí que  la intención de este capítulo sea  buscar su reorientación, consecuentemente de sus fines y estrategias, con la finalidad que de veras pueda servir a la afirmación de una verdadera democracia, el desarrollo de los pueblos y al logro de la justicia social.

Persistencia de la pobreza y la carencia de inclusión social
Este  modelo de economía neoliberal,  no ha contribuido a  reducir de manera importante los índices de pobreza en el país, en este sentido la renuncia del Estado a su rol de redistribuidor de la riqueza, dejándolo en poder de la empresa privada,  no ha dado resultados. 
Los indicadores del INEI nos muestran un crecimiento del 6.9% anual en el PBI al 2012, sin embargo solamente nos ofrecen una disminución de la pobreza  del 3%  - 30.8%  (2010) al 27.8% (2012) - , habiendo dejado de ser pobres 790,000 personas.
 El crecimiento ha sido  de 5.02% (2013)  y 2.35% (2014)  a nivel nacional, siendo obviamente menor   la cantidad de personas que han dejado de ser pobres,  491,000 (2013) y 376,000 (2014).,  persistiendo más de 7  millones de personas en situación de pobreza, dentro de los que se encuentran los de  pobreza extrema.
Las cifras nos  dejan serias dudas que  la realidad  nos  confirma,  para eso basta ver el mapa de la pobreza,  en el que figuran cinco departamentos: Cajamarca (52.9%),  Ayacucho (51.9%), Amazonas ( 47.3%), Pasco (46.6%)  y Huancavelica (46.6%), como apreciamos  por debajo del 46.6% , sin embargo el INEI nos ofrece la información de que el 2013 el índice  de reducción de pobreza es del 23.9%. siendo inferior al año anterior que fue del 25.8%.
Si ampliamos nuestra visión vamos a encontrar a nueve departamentos por debajo del 35%.
Con lo que queda claramente demostrado que el crecimiento económico no va paralelo a la disminución de la pobreza, pues el crecimiento desigual  beneficia al sector privilegiado de las ciudades de la costa,  en desmedro de los pueblos andinos y selváticos.
De esta manera también se amplían las distancias entre los departamentos ricos y  pobres, los primeros seguirán concentrando más poder y centralizando la economía, los recursos y los medios productivos, consolidando la estructura regional generada por el capitalismo.
Mientras que el crecimiento no se vea reflejado de manera concreta en la desaparición de la pobreza, es decir viéndola de manera objetiva en los escenarios de vida, en las diferentes regiones, en los ámbitos urbano y rural, en la atención de las necesidades fundamentales - alimentación, vivienda, salud, trabajo, educación -  en los servicios básicos –luz, agua potable, servicios - no tendrá ningún significado para  el país.
Un verdadero aporte para la descentralización significaría el  incremento de recursos económicos y financieros para el desarrollo de las diferentes regiones, que permitan abordar proyectos de  inversión  con la consecuente solución de los problemas de exclusión social.

Ausencia de participación ciudadana
El pueblo sigue estando ausente en este proceso de descentralización, no existe participación ciudadana ni directa ni a través de sus instituciones representativas.  De manera absoluta la palabra del pueblo no aparece.
Los que dirigen el proceso no tienen en consideración a la sociedad civil ni a la ciudadanía, la que permanece totalmente desinformada y ausente, sin muchas veces percibir que significa el proceso de descentralización. . Los ciudadanos están relegados a una situación pasiva.
Los medios de comunicación en su casi totalidad están al servicio del modelo neoliberal.  El poder mediático está centralizado en la  Capital de la República. Los medios son propiedad o están sustentados financieramente  por los empresarios del extranjero o peruanos, para quienes la descentralización  no solo carece de importancia sino que están en contra de ella, de esta manera la opinión pública es manejada desde el centro del poder.
No existe una relación permanente, directa, inmediata entre la ciudadanía y el gobierno, cada vez hay un mayor aburguesamiento de los poderes del Estado, asumiendo una actitud casi evasiva ante las exigencias populares.
Sigue siendo dura para los sectores populares la atención de sus necesidades fundamentales, como salud, educación, trabajo, vivienda, que se ven  acrecentadas por las distancias y carencia de servicios, y sobre todo por la tendencia privatizadora del gobierno.
La disposición que norma el presupuesto participativo es  demagógica, porque no es el pueblo el que propone el proyecto a ejecutar, sino que debe hacerlo escogiendo uno  entre varios proyectos de los técnicos del Estado, quedando sin lugar la iniciativa popular.
Con esta incomunicación  el gobierno ignora el pensamiento y las necesidades populares. Se halla cada vez más alejado de la realidad, no solo por las carencias de medios físicos sino por la falta de accesibilidad política de los responsables del Estado en sus diferentes niveles. El ciudadano no tiene una voz que sea escuchada. No existe una política  capaz de hacerle sentir  que es parte de la Nación.
Lo que es más grave aun, la ciudadanía está cada vez más alejada de la posibilidad de fiscalización de las instituciones de gobierno.
A esto se suma el repliegue de las fuerzas populares en el tema de descentralización, con algunas felices excepciones.

Regionalización sin regiones
Este llamado proceso de regionalización se da sobre territorios departamentales denominados indebidamente  regiones, dando lugar a la existencia de 25 gobiernos regionales. Esto es sencillamente un proceso de regionalización de los departamentos.
Estos constituyen una demarcación “injusta y anacrónica”, pues no responden a ningún criterio de carácter técnico o científico, menos aun a un proyecto de desarrollo, como lo expresaba  el maestro Emilio Romero, pues además existe entre ellos una manifiesta inequidad en la distribución de las riquezas.
Una verdadera región requiere de la identificación hombre-naturaleza, para crear la  riqueza a través del trabajo. Esa identidad significa el reconocimiento y dominio de la geografía, de sus recursos naturales y culturales, que sean actores de su historia económica, política y social, es decir forjadores de una cultura que reconozcan  como suya, que va a dar lugar a la existencia de ese sentimiento llamado  regionalismo.
 A las regiones hay que descubrirlas en la geografía, en la economía, en la vida de los hombres, en sus creaciones, en sus potencialidades.
Las regiones están más allá o más acá de las demarcaciones territoriales, siempre será un error tratar de acondicionar las regiones de acuerdo a los límites geopolíticos, estos no fueron creados de acuerdo a criterios técnicos o científicos de carácter geográfico, económico, social o cultural, simplemente fueron fijados.
Por eso sostenemos la necesidad de que las demarcaciones territoriales que se deben usar para la integración regional deberían ser los distritos,  por su menor extensión y más fácil acondicionamiento, además de la más factible identidad sociocultural de su población.  De acuerdo a la actual Ley de Bases de Descentralización la  fase de acondicionamiento territorial provincial y distrital se daría en forma posterior a las integraciones de jurisdicciones departamentales, cuando debería ser al contrario, construir de abajo hacia arriba. 
Esta situación de las regiones administrativas en espacios de territorio departamental contribuye a una mayor fragmentación e indefinición del territorio nacional, lo cual impide la formulación de planes de desarrollo coherentes y de factible realización.
Esta demarcación  puede constituir  una rémora para la integración nacional, porque los departamentos-región velan por sus propios intereses,  en competencia con los otros similares, perdiéndose  la identificación de objetivos comunes integrados regionalmente.

Modelo  presidencialista
 La expresión más clara del centralismo político es la imagen del poder concentrado en una persona.
El Perú desde sus albores como República ha tenido un modelo presidencialista, muy común en los países del continente, donde el Presidente está investido de las mayores facultades, es la primera autoridad del Estado y del Gobierno, representa a la Nación, teniendo incluso capacidad para legislar por delegación del Poder correspondiente.
Aparte de ello, nuestra historia registra un considerable número  de gobiernos dictatoriales. Como es su característica,  los gobiernos de este tipo concentran todo el poder en el Presidente de la República, que gobierna sin limitaciones, como ha sucedido siempre en estos casos.
 El Presidente de la República constituye la personalidad central para la función de dirección general y la alta administración,  a la vez que la figura emblemática de la Nación. De esta manera la ciudadanía se ha  acostumbrado a esa forma de ejercicio del  poder,  es decir se ha formado una cultura presidencialista.
Y si la descentralización consiste en la transferencia de las facultades y competencias del Poder Ejecutivo  a los gobiernos regionales y locales, el primero se resiste a entregar aquello que hasta ahora le corresponde. 
Todos los gobiernos de este período neoliberal han tenido como característica  el exacerbado espíritu presidencialista  y protagónico de los mandatarios, con una actitud hegemónica en  la dirección de sus organizaciones políticas, que son cada vez menos democráticas.

 Intereses  centralistas  de los partidos políticos y del Poder Legislativo
Los gobiernos regionales,  así como las autoridades que los representan, deben ser expresión de descentralización, debiendo poseer, en consecuencia,  autonomía política y económica. 
Sin embargo, en el Congreso de la República se han presentado y aprobado en comisiones proyectos de ley que  pretenden otorgar facultades para citar, interpelar y hasta censurar a los presidentes regionales.
Un proyecto de esta naturaleza pretende ubicar  al Congreso como una jerarquía vertical sobre los gobiernos regionales, que son una instancia subnacional de gobierno con sus propios entes de fiscalización.
Asimismo, pone de manifiesto los intereses y el espíritu centralista de la mayoría de los partidos políticos representados en el Poder Legislativo, defensores del modelo económico neoliberal, que concentran su accionar y su poder en la ciudad de Lima.
 Los candidatos a  congresistas  son designados en última instancia por  el caudillo  de la correspondiente organización  política, cuando no por la cúpula nacional, la decisión de las bases no tiene significación alguna, no existe la práctica de la democracia interna ni los partidos tienen una estructura descentralizada. La supresión del voto preferencial reforzaría esta situación.
Por eso es que no podemos desvirtuar que existe en el seno del Poder Legislativo una arraigada posición  conservadora centralista, que quiere mantener sus viejos privilegios en desmedro de los pueblos del interior.

Recentralización económica
En lo relacionado a presupuesto público el que corresponde al  gobierno central mantiene la tendencia recentralizadora de estos últimos años,  en  desmedro de los presupuestos de los gobiernos regionales y locales.
En el 2012 de 95 mil millones que tenía el Estado 65 mil millones fueron  administrados por el centralismo, es decir el 68.1%.  Los gobiernos regionales en conjunto manejaron  solamente 14 mil millones y los municipios 15 mil millones, que suman 31,900 mil millones de nuevos soles que significa el 31.9%.
El Presupuesto  para el año 2013 es  108 mil  millones de nuevos soles,  correspondiendo al gobierno nacional72 mil  millones, es decir 67.1%.  A los gobiernos regionales 17  mil millones,  y a los gobiernos locales 18 mil millones, que suman  35 mil millones de nuevos soles, que equivale al 32.9%.
Lo que significa un incremento de solo el 1% para  los gobiernos locales y regionales.
El Presupuesto para el ejercicio del 2014 es de S/. 118’ 8 nuevos soles, disminuye en un 3% el presupuesto para gobiernos regionales y locales, reduciéndolo a un 30% (S/. 35’6), mientras que incrementa en un 3%  el presupuesto del gobierno nacional (S/. 83’2)
 De esta manera los gobiernos regionales y locales verán disminuido su presupuesto en 87.9 millones de nuevos soles.
El  Presupuesto para el 2015 ha sido incrementado al 73% para el gobierno nacional, quedando solamente el 15% para 24  gobiernos regionales y  12%  para 1840 gobiernos locales, es decir se ha registrado una nueva disminución del 3%.
En este rubro es donde mejor se aprecia el proceso de rescentralización.
Además de ello la Ley 30099 de 10 de octubre del 2013 establece que no pueden  incrementar sus gastos más allá del  promedio de lo que han ejecutado en los últimos años, ensanchando el centralismo fiscal.

 Distribución inequitativa del canon
El canon es producto de las luchas populares. Una conquista de los pueblos para compensar el valor de los productos no renovables que extraen de su subsuelo. 
Es   la renta que perciben los gobiernos locales y regionales por transferencia del gobierno  central del 50% de impuesto a la renta, abonado por las empresas mineras que efectúan actividades de extracción y comercialización de recursos naturales minerales.
Es una renta que debe ser utilizada en la ejecución de proyectos de inversión, lamentablemente el concepto fue distorsionado y estos proyectos se convirtieron simplemente en inversión como sinónimo de gasto, dirigiéndose la utilización en obras físicas que son vistas por la población, que las aprecia como una expresión de compensación, a la vez que su ejecución se convierte en una fuente de trabajo.
Existe una marcada inequidad en la distribución de esta renta a los gobiernos locales y regionales, púes solo se están beneficiando los gobiernos  de cuyos  territorios se extrae el recurso natural mineral o están ubicados en una zona de influencia directa o indirecta.
 El Perú constituye un estado unitario como tal los recursos que se extraen del subsuelo son patrimonio nacional,  todas las regiones tienen derecho a beneficiarse de él.
Hay casos de manifiesta inequidad como el de Antamina, ubicada en el distrito de San Marcos  de Ancash, localizada en zona limítrofe con el departamento de Huánuco, sin embargo reciben renta del canon provincias de Ancash alejadas de este lugar, mas no las provincias limítrofes del departamento de Huánuco, a pesar de que existe un grado de afectación geológica y ambiental, producto de la actividad minera. 
 Esto, además está dando lugar a que hayan territorios regionales que merced a este recurso tengan mayores posibilidades de desarrollo, mientras los que no lo tienen, como el caso de Huánuco,   van a ir quedando rezagados, lo cual va en contra del espíritu descentralista.
También el canon minero ha producido disputas, como es el caso de Moquegua y Tacna, por la distribución del canon de Toquepala y Cuajone.



Carencia de  autonomías de los gobiernos regionales
Es necesario que se entienda que la descentralización es una lucha por la autonomía,  en la que confrontan las fuerzas del centro, conformadas por los que concentran  el poder económico y político,  con las que no lo tienen.
En esta contienda que se da en diferentes niveles, porque hay en nuestro sistema un centralismo escalonado, el centro lucha por acrecentar sus privilegios mientras que la periferia por acrecentar sus fuerzas.
Cuando hablamos de centralismo escalonado estamos refiriéndonos al centralismo nacional, a los centralismos regionales, departamentales, provinciales, distritales, citadinos que han configurado la realidad heterogénea de nuestro país.
En esta lucha  existen elementos que tienen  un  carácter determinante  en  la correlación de fuerzas, son los de carácter económico y financiero,  y los de carácter político.
El centralismo está dado por el poder económico, dueño del capital y los recursos financieros,   tiene un carácter hegemónico, no solo respalda el status quo sino que busca  fortalecerlo,  con una  fuerte influencia en el poder político.
En ese contexto el poder económico y político se niega a otorgar a los gobiernos regionales, vale decir a los pueblos del país, las autonomías que les corresponden, pues le importa tener el control de las decisiones políticas y económicas sobre las acciones, riquezas y recursos  que legítimamente les pertenecen  al interior del país. .
Entonces descentralización significa transferir  ese poder que se concentra en manos de unos pocos, para que los gobiernos locales y regionales decidan por ellos mismos, sin esperas ni rogativas.
No existe descentralización sin autonomía política, económica, financiera y fiscal, con ellas recién podrá pensarse en la búsqueda de logros de justicia social.

Corrupción y falta de transparencia en la gestión de los gobiernos regionales y locales
Este es el aspecto más crítico de la gestión de los gobiernos regionales y locales.
Muchos  presidentes y funcionarios de estos organismos se hallan comprometidos en  malos manejos de los recursos económicos y materiales de sus respectivos gobiernos.
También existen denuncias de vinculaciones de algunos presidentes regionales y alcaldes  con el narcotráfico.
Esto, naturalmente, ha generado un severo malestar y una justificada desconfianza en la ciudadanía.
Pero no es solamente eso, lo más grave de todo es que los sectores opuestos al proceso de descentralización están encontrando en este hecho, las razones que a juicio de ellos justificarían la rescentralización de la estructura del Estado, liquidando de esta manera el actual proceso.
Sin embargo, es necesario señalar que  el Estado es uno de los responsables de esta situación, porque no ha sido capaz de dotar de eficiencia a sus organismos de control como son la Contralaría General de la República, al Ministerio Público y al Poder Judicial.
También tiene responsabilidad el Congreso de la República que no ha cumplido con eficiencia su función fiscalizadora.
Pero no son la única causa de esta situación, lo son también las organizaciones políticas, que no han sido capaces de sustentar una organización nacional,  dejando las provincias el campo abierto para que personas desvinculadas de la actividad política asuman funciones de gobierno sin ninguna preparación ni compromiso político.
Estas situaciones se ven facilitadas por la apertura que da el modelo neoliberal,  para que la corrupción del sector privado se pueda introducir en la burocracia de los gobiernos regionales y locales.
Como se puede apreciar este no es únicamente un problema de gestión, lo es también de carácter político  y social.






















5. Situación  de los gobiernos regionales 

Entre la consolidación  o la rescentralización
Estando en curso  el cuarto período de ejercicio de los gobiernos regionales electos  cabe preguntarse ¿Si estos han cumplido o vienen cumpliendo con el  propósito descentralista    para los que fueron creados?
Los gobiernos regionales, teóricamente han sido  creados para descentralizar el Estado y atender  de manera más inmediata las  necesidades de desarrollo de la población, dotándola de los recursos y capacidades necesarias.
El contexto de cada gobierno regional, como es natural, constituye una realidad específica, independiente de los aspectos de carácter general,   como tal sus respuestas en este proceso han sido distintas.
La realidad a que hacemos referencia  está compuesta por una serie de elementos unidos a la capacidad de gestión, como son  la realidad geográfica, los recursos naturales, las demandas de la población, la atención de sus necesidades básicas,  los requerimientos de infraestructura para el desarrollo, la disponibilidad de  recursos económicos, materiales y humanos, entre muchos otros factores.
Existen discrepancias respecto  a  la eficiencia o eficacia de los gobiernos regionales o las políticas adoptadas por cada uno de ellos,  siendo  un factor  muy importante la continuidad de estos que se encuentran  en el  cuarto período de funcionamiento, pues constituyen un espacio al que pueden acceder los sectores populares representados políticamente.
Los gobiernos regionales electos provienen en casi un 70% de frentes regionales, la mayoría de ellos conformados por personas no vinculadas a la actividad política, generalmente empresarios o personalidades liberales, entonces los partidos políticos tradicionales o con sede en la capital de la República han estado casi ausentes o sencillamente su inscripción y sus logos han sido utilizados  para postular candidatos no partidarizados, como ha sucedido en el departamento- región de Huánuco.
Pero la consolidación no está librada únicamente a este factor electivo,  sino fundamentalmente a lo que aún está pendiente,  la transferencia de facultades y competencias, la descentralización  económica y fiscal,  vale decir a las autonomías de que debe estar premunido cada gobierno regional para su funcionamiento, así como la superación de los aspectos críticos de la descentralización
Como bien  se puede apreciar,  el problema mayor para el ejercicio de una gestión realmente descentralista de los gobiernos regionales es el modelo neoliberal, que ha incidido seriamente en la administración de recursos para proyectos de inversión.
Sin embargo han sido muy pocos los gobiernos regionales o municipales en el país  que han asumido posiciones de lucha frente al modelo, dando la impresión que estarían conformes con esta política económica, sin embargo consideramos que no debe ser así, dependiendo su consolidación  sino también su vigencia de la actitud política que tomen en el futuro.
Es digna de resaltarse la actitud asumida por el Gobierno Regional de Cajamarca,  oponiéndose,  en uso de su autonomía,   a la explotación de las minas de Conga por la empresa minera Yanacocha,  contaminando el ambiente.
También es valerosa la actitud asumida por el pueblo de Islay de la región de Moquegua, que también en uso de su autonomía, oponiéndose a la explotación de la mina Tía María por la Southern.
Pero el peligro mayor que pende como espada de Damocles sobre el proceso de descentralización es la corrupción y  la  falta de transparencia en algunos  gobiernos regionales y locales.
Existe en los sectores del gran capital un marcado interés porque se rescentralice el Estado en concordancia con los objetivos del modelo neoliberal, y están  tomando como justificación el problema de la corrupción de gobiernos regionales y locales.
Podrían quedar los gobiernos regionales como organismos desconcentrados dependientes del gobierno central, utilizándolo como un catalizador de la demanda popular.
No cabe duda que este hecho debilita las posibilidades  y el avance descentralizador del país, razón por la cual la población debe asumir su rol fiscalizador a los gobiernos locales y regionales, mientras que estos deben implementar mecanismos severos de control.

Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales
La existencia de los gobiernos regionales germinó  el nacimiento de la comunidad de éstos, que se han integrado en la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, constituida el 20 de marzo del 2007 en la ciudad de Huánuco.
Su principal función  es de representación  del gobierno regional ante el gobierno   nacional y  los gobiernos locales,  frente al poder legislativo y la ciudadanía, así como de constituir una instancia de concertación para el avance y la profundización del proceso de descentralización y desarrollo del país.
Esta condición  le permite participar en el debate sobre políticas de estado en los diversos campos del desarrollo nacional, buscando consensos entre  sus diferentes actores.
También le hace posible  convertirse en un agente valioso para la democratización del proceso de regionalización y descentralización, desde una perspectiva  auténticamente descentralista.  Asimismo, le es posible una  presencia activa como intermediario para rescatar reivindicaciones a favor de los gobiernos regionales, rompiendo trabas burocráticas.
Sin embargo estas posibilidades  no han  sido desarrolladas a plenitud por este organismo, dependiendo esto de  la identidad política de los presidentes de los gobiernos regionales integrantes de la Asamblea.
El reciente Presidente electo de la Asamblea es César Acuña Peralta, Presidente del Gobierno Regional de La Libertad, uno de los exponentes de la burguesía educativa nacional, que tiene su propia organización política a nivel nacional.
A nivel de gobiernos locales existe la Asociación de Municipalidades  del Perú y la Red de Municipalidades Rurales del Perú, que cumplen análogas funciones en su ámbito.

Integración regional  de los departamentos y las mancomunidades regionales
La convivencia de los gobiernos regionales, especialmente los que están ubicados de  manera contigua, han  traído consigo las posibilidades asociativas para resolver problemas que  en algunos casos resultan  siendo comunes, mientras se redescubren aspectos que los vinculan culturalmente.
De esta manera van a surgir las mancomunidades, en una primera instancia a nivel municipal llegando luego al nivel regional, las mismas que ahora son reconocidas por ley.
La mancomunidad es definida por la ley como  “el acuerdo voluntario de dos o más gobiernos regionales que se unen para la prestación conjunta de servicios públicos, cofinanciamiento o inversión en la ejecución de obras, que promuevan la integración, el desarrollo regional y la participación de la sociedad al proceso de descentralización…”
En otros casos la posibilidad de integración regional es mayor, como lo revela el caso de los departamentos de Ancash, Huánuco y Ucayali, que han suscrito un Acta de Intención y han elaborado el Expediente Técnico para la creación de la Región Nor Centro Oriental (*) conformada por los departamentos mencionados, encontrándose en proceso la convocatoria a referendo.
Asimismo tenemos el caso del Acuerdo de Intención suscrito por los gobiernos regionales de San Martín y Amazonas en el 2007.
Lo democrático de las propuestas reside en su origen popular y que  fueron  prohijadas por gobiernos regionales electos,  y que el pueblo en instancia final tiene la capacidad de definir en el referendo, decidiendo  sobre aquello con lo que se sienta más identificado o que convenga más a sus intereses, en este caso de desarrollo sostenible, dentro de un contexto descentralizador.
Asimismo, las mancomunidades pueden ser definidas  como  organizaciones de gobiernos regionales vinculados por su realidad geográfica o cultural, como es el caso de la Mancomunidad de los Andes, formada por  Apurímac, Ayacucho  y Huancavelica, y de la Mancomunidad Regional Amazonas, San Martín, La Libertad.
Sin embargo para la  descentralización, como ya lo mencionamos, no basta la integración territorial, sino fundamentalmente la integración   humana, además de otros elementos como las transferencias de recursos, el reconocimiento de  autonomías, que se van a expresar en las acciones de gobierno en el orden político, social, económico y cultural.

La lucha continúa
Lo expuesto constituye una aproximación al estado actual del proceso de descentralización,  teniendo como protagonista a Huánuco, departamento-región que sufre los avatares del centralismo.
Consideramos que es necesario revertir esta situación,  una  auténtica descentralización solo es posible con la democratización del estado y la sociedad, significa  la participación ciudadana  en el gobierno.  Los logros de autonomía para los gobiernos locales y regionales no van a llegar por acción o iniciativa del gobierno o los poderes del Estado, así como se luchó  por la regionalización para que sea justa y democrática, es necesario reiniciar esa lucha para que la descentralización sea real  a través de la organización política del pueblo.
 La lucha descentralista  debe considerarse una expresión de  la lucha por la democracia y  la justicia social,  no es una acción aislada, al contrario es integradora, pues su naturaleza lleva en sí  la esencia  del  cambio político- social.
 A los gobiernos locales y regionales les compete  un rol fundamentalmente político, no solamente ejecutor,  deben de  tener capacidad para liderar acciones de reivindicación social y política frente al gobierno nacional, exigiendo al poder central los espacios que les pertenece.
Para ello resulta indispensable que los proyectos políticos de contenido popular asuman también los espacios de gobierno que  les corresponde en  los gobiernos regional y local, es necesario que propongan la clase de región que se necesita construir.
Un verdadero proceso descentralizador exige el cambio de la Constitución Política de 1993, que sustenta el modelo neoliberal de nuestra sociedad y  nuestra economía.
Estamos en una hora en la que necesitamos  afirmar que la unidad  solidaria del pueblo es el camino que se abre para buscar nuevos destinos, para enfrentar a una realidad nacional que debe ser cambiada, con la firmeza y el convencimiento de que la política es una actividad de servicio a la sociedad de manera honesta, digna y responsable, con preparación, lealtad  y sólidos principios.
Ante el fracaso de los organismos de  control  y fiscalización  como el Congreso, la Contraloría, el Ministerio Publico y  el Poder Judicial, el pueblo debe asumir el control y fiscalización de los gobiernos locales y regionales.
A los gobiernos locales y regionales les compete  un rol fundamentalmente político y ejecutor,  deben de  tener capacidad para liderar acciones de reivindicación social y política frente al gobierno nacional, exigiendo al poder central los espacios que les pertenece.
La lucha descentralista  debe considerarse una expresión de  la lucha por la democracia y  la justicia social,  no es una acción aislada, al contrario es integradora, pues su naturaleza lleva en sí  la esencia  del  cambio político- social en el ámbito nacional.
Los logros de autonomía para los gobiernos locales y regionales no van a llegar por acción o iniciativa del gobierno o los poderes del estado, así como se luchó  por la regionalización para que sea justa y democrática, es necesario reiniciar esa lucha para que la descentralización sea real  a través de la organización política del pueblo.
Debemos  estar convencidos que la descentralización  no es producto de la generosidad del poder central,  es consecuencia de las luchas populares, como todas las conquistas democráticas.
Solo así la Región Administrativa que pudiéramos conformar podrá aspirar al  logro de  sus fines, pues toda propuesta de integración territorial para su desarrollo tendrá que enfrentarse a las barreras que ofrece el modelo neoliberal.
Esa es  una tarea histórica  de la nueva generación de huanuqueños, hay en nuestro pueblo nuevos elementos culturales que confluyen con los tradicionales, desde donde surgirán  nuevas formas de identidad. Existen intereses renovados que desbordan el espíritu de los nuevos ciudadanos por superar nuestros  ancestrales problemas estructurales.
Ya han hecho sentir su presencia, existe  la confianza  que también su palabra  será escuchada en el tema de la descentralización
Es nuestro deber reconocer esos cambios,  de los que debemos ser actores y participantes.
La lucha por la descentralización es permanente, es una búsqueda constante de justicia social.
Por eso,   la lucha continúa.


Lima, Abril del 2015


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